Finalmente, fic~ *colapsa* Me tomó más de lo que pensé, al menos ya está.
60.1.
El sábado había llegado y Yukko invitó a sus amigos para conocer al trío del club de drama. Ella estaba llegando acompañada de Mai a la alameda donde habían quedado encontrarse en lo que dialogaban, o más bien en lo que Yukko le daba muchos comentarios a su amiga y esta apenas asentía sin mucho interés.
“En verdad toda la gente del club de drama es muy amigable y servicial. Me cuesta creer que sean tan humildes y exitosos al mismo tiempo,” dijo con grandes ánimos. “Parece que la obra de Robin Hood que fui a ver ha sido aprobada para funciones en el centro de la ciudad este verano y ha recibido muy buenos reviews. ¡Estoy muy feliz por ellos!”
“…” Mai asintió.
“¿No te gustaría unirte al club de drama conmigo? Pienso que te divertirías un montón.”
“Paso,” negó. “Me considero más compatible con Rizembool. Da la impresión que esa es una cuna de gente Hanasakiense.”
“O-oye…”
“Y definitivamente no lo haré porque ese líder del club es un pedófilo que ha mostrado interés insano en nuestro precioso Hotarumaru, y alguien debe protegerlo,” recalcó, decidida.
“Pues sí es un poco bizarro, pero es una buena persona.”
“No es suficiente,” Mai se vio decidida y fue evidente para la otra que no podría cambiarle de parecer. “Hablando de nuestro pequeño, comprendo que está viniendo con el hospitalizado.”
“Sí, Hotarumaru tenía que hacer algunas cosas en Rizembool en la mañana, así que los dos se han acompañado desde la universidad, si recuerdo bien…” comentó Yukko, meditativa.
“No me parece,” curiosamente, Mai frunció el ceño. “Me da la impresión que el hospitalizado se está llevando bien con nuestro niño y los dos se han vuelto cercanos. Así se reducirá el tiempo de calidad que debería tocarme a mí.”
“P-pues, los dos son chicos y bastante sensatos. Se entiende…” Yukko sonrió incómoda.
“Admites derrota,” declaró Mai. “No te mereces a Hotarumaru.”
“¿Eh?”
“Así que si tú te retiras de la competencia, no tengo por qué molestarme con el hospitalizado,” asintió convencida. “Como Hanasaki-chan, es de esperarse que serías la primera en caer.”
“M-Mai, Hotarumaru es mi amigo, no puedes prohibirme que lo sea…” dijo Yukko, un tanto asustada ya que no sabía qué esperar.
“Al menos esta salida de hoy me dará más exposición al pequeño, así que has hecho bien,” asintió. “Y de paso, tengo una mínima curiosidad en conocer a aquel hermano del doctor, pero por los hermanos de él que conocemos, estoy convencida que no tiene su aura de Rizembool.”
“Ehm, pues sí es muy distinto del doctor…”
“Lo supuse,” se encogió de hombros, indiferente. “La rareza de gente interesante y potencialmente peligrosa equivale a la rareza de hermosos niños como nuestro pequeño, así que no esperaba mucho.”
“S-supongo…” sin duda Mai tenía alguna obsesión con Hotarumaru, lo cual le hacía a Yukko preguntarse por qué ella desaprobaba de Wataru, aunque los dos sí eran distintos.
Entonces, Yukko reconoció a los tres amigos caminar donde ellas. Vio que habían iniciado el día un poco antes ya que Shinano y Syo traían algunas compras consigo, mientras Natsuki venía abrazado de un peluche grande de un pollito y un par de globos de helio de cumpleaños.
“Hola chicos, feliz cumpleaños,” saludó la chica con muchas energías. “Veo que ya se han dado un paseo por aquí.”
“Heh, gracias, y sí. Queríamos ver tiendas con Shinano y supusimos que quizás no les gustaría ir de compras con nosotros, así que vinimos una hora antes,” dijo Syo. “Ah, pero sí hay que parar en mi tienda de deporte favorita para que encuentres tu atuendo, Yukko.”
“Ah, es cierto,” Yukko asintió. Observando la zona y esas hermosas y detalladas bolsas que los chicos traían, sabía que era un centro comercial caro y para gente de grandes recursos. Contaba todavía con el dinero ganado de su experiencia como pokeparada, pero trataría de minimizar sus gastos en lo posible.
“Y, por cierto, ¿cuál es tu nombre?” preguntó el pelirrojo a Mai, con una sonrisa. “Mi nombre es Shinano Toushirou. Es un gusto conocer a una de los amigos de Yukko.”
“Llámenme Mai,” dijo esta, asintiendo.
“¡Ohh, tienes un lindo y simple nombre, me encanta!” comentó Natsuki, sonriendo conmovido. “Hehe, yo soy Natsuki Shinomiya, y espero que nos podamos llevar muy bien.”
“Y yo Syo Kurusu. Eres estudiante de ciencias, ¿no?”
“Me interesan los explosivos. No sé a qué carrera pertenece eso todavía,” dijo, encogiéndose de hombros. “Y sí. Soy más una estudiante de Rizembool que ustedes. Se nota a leguas.”
“¿Eh?” el chico alzó una ceja.
“M-Mai, no digas tus bromas, por favor,” pidió Yukko, incómoda.
“No estoy bromeando.”
“Ehh…” sabía que ella no iba a tardar en sembrar algún tipo de conflicto por su forma de ser.
“Está bien. Syo-chan y yo somos bastante nuevos a Rizembool, y es cierto que nuestra universidad tiene fama por su tecnología,” comentó Natsuki, con una amable sonrisa. “Más bien tengo respeto a aquellos que son muy inteligentes en las ciencias. Es un mundo misterioso y emocionante para mí.”
“Incluso si dedico mis habilidades a ayudar a un Rebel a manejar explosivos,” asintió.
“¡¿Ehh?!” Natsuki se asustó. “¡¿R-Rebel?!”
“¿En serio eres colaboradora con Rizembool de ese modo?” preguntó Syo, en shock.
“For science,” Mai asintió, inmutada, lo cual impacientó al rubio menor.
“Oye, me da la impresión que sólo intentas molestarnos,” le reclamó Syo, escéptico.
“Sin embargo, digo la verdad. Pregúntenle a Hanasaki-chan,” Mai se encogió de hombros. “Ahora que he sido honesta, podemos continuar con el paseo sin problemas.”
“Tch, me molesta que no hayas negado mi acusación,” Syo entrecerró los ojos.
“Ehm, Yukko, ¿tu amiga siempre es así?” le preguntó Shinano, en voz baja.
“S-sí…” ella dio un pesado suspiro, apesadumbrada. “Perdón por las molestias.”
“No tienes que disculparte, está bien,” el pelirrojo sonrió comprensivamente y se vio un tanto animado. “Además que estoy acostumbrado a eso. Te sorprenderías, pero Yagen es como ella. También le gusta impacientar a otros.”
“¿En serio?” ladeó su cabeza. Sí que no conocía al doctor.
“Me había llevado esa impresión,” Mai se giró al pelirrojo. “Las pocas veces que nos hemos encontrado con ese doctor hermano tuyo le he visto incomodar a Tsurumaru de distintas maneras. Incluso cuando supuestamente ofreció a Hanasaki-chan ser su asesor, lo hizo más en plan de amenazarle con quitarle a su protegida que con un verdadero interés de ayudar.”
“Haha, no me sorprende,” Shinano rió un poco. “De todos modos sé que hubiera sido más responsable que Tsurumaru, aunque veo que comprendes sus verdaderas intenciones.”
“…” Mai asintió. “Supe que no serías maligno como el doctor, pero al menos tu comprensión de las cosas no me ha decepcionado.”
“Uhhh…” por su parte, Yukko agachó su cabeza, sin energías. Ya se sentía más como un juguete de hule en el ojo de los demás a esas alturas. “N-no que quisiera cambiar de asesor… pero enterarme de esto duele un poco…”
“Lo siento mucho por ti, Yukko,” Syo le dio el pésame y miró al par con frustración. “Ya tuvieron su bonding time, ahora compórtense.”
“Eh, lo siento, Yukko. Te juro que no me estaba burlando de ti,” dijo Shinano, sonriendo incómodo.
“Hanasaki-chan es dramática, tendrás que acostumbrarte,” observó Mai, negando pacientemente. “Hm, con razón le está yendo bien en el club de ustedes, ahora que me pongo a pensar.”
“¡Ohh, excelentemente!” exclamó Natsuki, maravillado.
“Ehhh…” Yukko se inquietó.
“Les dije que no sigan, y tú no te sumes, Natsuki,” reclamó Syo.
“Ah, y feliz cumpleaños, antes que se me olvide,” dio Mai, inmutada. “Aunque sería un poco difícil por esos globos.”
“Son muy bellos, ¿no?” preguntó Natsuki, sonriendo feliz. “Los vi en plena caminata mientras Syo-chan y Shinano-chan compraban ropa, ¡y definitivamente pensé en regalarme un globo! En sí, el pollito y el otro globo eran para Syo-chan, pero todavía no quiere aceptarlos…”
“¿Qué te hace pensar que esas cosas van conmigo, Natsuki?” preguntó el otro, impaciente. “Me frustra que todo el tiempo trates de darme cosas adorables. ¡Yo no soy adorable, maldición!”
“Aw, pero me entristece mucho que no reconozcas lo adorable que eres…”
“¡Te digo que no lo soy!”
“No lo eres,” Mai negó. “Tienes una personalidad nada adorable y un poco molesta. Sin embargo, tu exterior sí grita a adorable y apachurrable, pero mi veredicto final es que no calificas como adorable ante mis ojos.”
“E-ehh…” Syo sintió un tic en el párpado. “Comprendo que estás de acuerdo conmigo, pero… ¿en verdad te parezco molesto?”
“¡Pero sí está de acuerdo en que eres bello, Syo-chan!” Natsuki le dio un abrazo. “¡Feliz cumpleaños nuevamente!”
“Tsk, ¡déjame en paz!” gritó, zafándose con fuerza.
Yukko sonrió incómoda al ver al pobre Syo tener que soportar nuevamente a su distraído y grandulón amigo, y entonces notó a los que faltaban acercarse a ellos, junto a una tercera persona que no había esperado ver ese día.
“Hola a todos,” saludo Hotarumaru, quien se detuvo frente al grupo y dio una reverencia. “Lamentamos la tardanza.”
“Hehe, más bien todos estamos puntuales,” Shinano sonrió simpáticamente. “Pero siempre has sido un niño educado y lindo.”
“¡Sí se ve extremadamente tierno!” exclamó Natsuki maravillado. Este de inmediato corrió donde el pequeño y le dio un abrazo de oso. “¡Eres el pequeño más adorable que he visto en toda mi vida! ¡Después de Syo-chan, claro!”
“Tsk, ¡no soy adorable!” le requintó, comprimiendo sus puños. “¡Y suéltale que le asfixias!”
“A-ayuda…” dijo el pelicenizo, quien efectivamente estaba siendo estrangulado y se notaba un poco asustado.
“Oh, eh, perdón,” Natsuki le soltó de inmediato y vio que Mai jaló al menor como una madre que alejaba a su niño del peligro.
“Más cuidado con mi pequeño,” le advirtió la chica.
“Ehh, sería bueno presentarnos mutuamente…” dijo Yukko, sonriendo incómoda.
“Claro, mi nombre es Syo Kurusu,” saludó el susodicho, con una sonrisa certera. “Me alegro de conocerles…” dio un suspiro. “Sólo les pido que tengan paciencia con mi amigo…”
“Yo soy Natsuki Shinomiya,” dijo el rubio mayor con una amable sonrisa. “Es un agrado conocer a los amigos de Yukko-chan. Espero que nos llevemos muy bien.”
“Ohh, me siento dichoso de conocerles,” dijo cierto peliblanco que se había apuntado intempestivamente al paseo. Este dio un paso adelante y asintió con respeto antes de presentarse con una alegre sonrisa. “Mi nombre es Nagito Komaeda. No soy precisamente el grupo de su amiga, pero quisiera tener la dicha de volverme parte de ellos.”
“¿Qué haces aquí?” preguntó Mai, alzando una ceja.
“Oh, es que Hinata-kun tenía una sesión de ejercicios temprano para su rehabilitación así que fui a verle y llevarle una bebida energizante,” comentó amablemente. “Y ahí me encontré con Rai-kun quien me invitó a acompañarles…” entonces, el Rebel pasó a sonreír con cierto cargo de conciencia. “No me siento merecedor de una oportunidad como esta, pero me sentí dichoso de acompañar a Hinata-kun y a todos ustedes tan intempestivamente…”
“No digas eso, eres bienvenido, y todos nos alegramos de verte,” le aseguró Hotarumaru, sonriendo. “Oh, es mi turno, ¿cierto? Soy Hotarumaru Rai, es un placer~ Hehe, me siento honorado de conocer a los actores principales de la obra de Robin Hood. ¡Fueron extraordinarios! ¡Me encantó la obra!”
“Heh, muchas gracias,” Syo sonrió agradecido. “Yukko nos ha hablado de ti. Dijo que le apoyaste a unirse a nuestro elenco y los dos atendieron nuestra última función.”
“Además de adorable, eres una buena y sensible persona,” comentó Natsuki, llevándose sus manos a su pecho, conmovido. “Me alegro mucho de hayas estado ahí por Yukko-chan.”
“No es nada,” el pequeño negó y sonrió ampliamente. “Hehe, Yukko es mi amiga, y sólo hice lo que los amigos hacen, ¿no es así?”
“¡Aww, eres demasiado bello~!” Shinano se emocionó al punto de agitar sus brazos frente a sí. “Maeda tiene una gran suerte de ser tu amigo. ¡Eres un pequeñín precioso!”
“E-en verdad…” dijo Yukko en voz baja, quien estaba al borde de las lágrimas.
“…quizás no debí dejar que ustedes dos tuvieran esa escena solos en la obra…” susurró Mai para sí, frunciendo el ceño.
“Ehh, M-Mai…” Hanasaki-chan tembló mínimamente por esas palabras.
“Oh, pero se están olvidando de la persona más importante de aquí,” observó Komaeda.
“Tsk, no exageres,” Hajime se molestó al saber que su amigo se refería a él. “Estaba esperando a que los demás hablaran. Es una buena forma de conocerles, de todos modos.”
“Pero no deberías disminuirte, Hinata-kun,” observó el Rebel con un leve gesto de preocupación. “A diferencia de la excusa de persona que soy yo, tú sí eres parte del grupo de amigos.”
“Ehh, ¿por qué siempre te disminuyes?” preguntó Syo a Komaeda, alzando una ceja. Ya comenzaba a hacerse idea que ese amable peliblanco no estaba del todo cuerdo.
“Ignórale, Komaeda siempre ha sido así pese a insistirle que no lo sea…” el pelimarrón dio un suspiro exasperado para despejar su frustración, y sonrió un poco. “En fin, mi nombre es Hajime Hinata. Es un gusto.”
“Igualmente, Hajime-chan,” contestó Natsuki, asintiendo con alegría.
“Ehh…” este se vio un poco incómodo. “N-no recuerdo la última vez que alguien me llamó así.”
“Natsuki llama a todos de esa manera,” comentó Syo, frustrado.
“Supongo no me sorprende mucho…” Hajime comenzaba a pensar que era el más ‘plain’ de todos a su alrededor, incluyendo a Yukko quien tenía sus altibajos emocionales.
“Oh, pero no hemos terminado con las introducciones por completo,” notó Hotarumaru. “Shinano, todavía no te has presentado.”
“Su nombre es Shinano y es hermano del doctor Toushirou, así que ya sabemos su nombre,” Mai se encogió de hombros, indiferente.
“Ya, pero al menos déjale hablar por su cuenta,” observó Syo, impaciente.
“¿Eh? ¿Shinano-chan?” preguntó Natsuki, quien notó que su amigo pelirrojo se había quedado mirando a Hajime muy atentamente.
De repente, todos en el grupo notaron aquella rara ausencia del pelirrojo. Hajime se confundió ya que ese chico se notaba un poco sorprendido de verle, y se extrañó más al notar sus ojos brillar con una rara ilusión infantil.
“¿E-estás bien…?” le preguntó confundido. Al final, para Hajime, no hubo nada que hubiera podido prepararle para lo que estaba por venir. En eso, Shinano sonrió con gran dicha y le dio un sorpresivo abrazo.
“¡Nii-san!” exclamó mientras le abrazaba y hundía su rostro en el pecho del pelimarrón.
“¡¿E-ehh?!” Hajime se quedó paralizado.
“¿Nii-san?” Hotarumaru alzó una ceja. “Pero Hinata-kun no es un Toushirou…”
“O-oye, Shinano, suéltale,” Syo se impacientó y jaló al pelirrojo para librar al otro. “¿Qué haces? Tsk, pensé que ya no eras tan invasivo y engreído, pero veo que todavía no cambias.”
“¡Es que se parece mucho a uno de mis hermanos!” exclamó Shinano, todavía contento. Él volvió a mirar a Hajime y juntó sus dos manos, mientras sus ojos destellaron de alegría.
“N-no me mires así…”
“Es sin duda una gran sorpresa,” comentó Komaeda, quien sonrió entretenido. “Siempre he pensado que Hinata-kun es un ser extraordinario, pero ahora hasta tiene alguna especie de mínima conexión con el aclamado doctor. Me alegra mucho.”
“¿Qué tonterías dices?” Hajime miró a su amigo con reproche. Dio un pesado suspiro y miró al pelirrojo con cansancio. “Estás lo suficientemente grande como para esas ocurrencias. Vaya, y pensar que mi asesor tiene hermanos tan bizarros.”
“Ahh, no puedo creer que Yagen nunca me dijo que tenía a un estudiante tan parecido a Atsushi…” reclamó Shinano a sí mismo, haciendo un puchero, lo cual le daba una apariencia más infantil de la usual. “¡Pero está bien! ¡Tenerte aquí me da mucha nostalgia~! ¡Ha sido una gran sorpresa!”
“S-sólo no me trates como tu hermano, por favor…”
“¿Cuántos hermanos son ustedes?” preguntó Mai, alzando una ceja.
“¡Un montón!” contestó el pelirrojo con mucha dicha.
“Sin duda sí son un montón. Siempre he pensado que Shinano-chan es muy afortunado,” Natsuki asintió, animado.
“Ehm, para responderte la pregunta, yo tampoco lo sé,” dijo Hotarumaru a su amiga. “Maeda nunca me ha dicho un número pese a que le he hecho la pregunta más de una vez.”
“Maeda vendría a ser ese niño que vino con Monaca hace un par de semanas, ¿no es así?”
“Sí,” asintió. “Somos amigos y estudiamos juntos antes de mi transferencia a la universidad.”
“En fin, ahora que hemos terminado con las introducciones, a caminar,” dijo Syo, quien se notaba un poco frustrado. “Pensé que sólo debía preocuparme de Natsuki, pero veo que sigues siendo muy infantil, Shinano. Compórtate, por favor.”
“Hehe, no exageres, realmente he crecido, en serio,” Shinano sonrió con torpeza.
“¿Eh? ¿Por qué debes preocuparte por mí, Syo-chan?” preguntó Natsuki, confundido.
“Sólo mantente cerca del grupo y no te extravíes, por favor…” se iba a tardar una vida entera si fuera a listar las miles de razones de por qué debía mantener a su amigo vigilado. Luego de sacarse el tema de la mente, Syo retomó sus energías. “En fin, síganme. Vamos a un área de tiendas muy interesantes que sé que les gustará. Ahí podemos ver tu atuendo, Yukko.”
“Oh, claro, muchas gracias,” ella asintió.
De aquel modo, ese grupo un poco desconocido y algo disparejo comenzó con el paseo del día, durante el cual irían conociéndose mejor.
…
Si Tharja tuviera la habilidad de viajar al pasado y decirle a su yo del lunes en la mañana sobre todos los sucesos por los cuales viviría, seguramente su versión del pasado la maldeciría por estúpida, o la mataría por impostora. No, definitivamente sucederían ambas cosas en ese orden.
Desde el secuestro de ese infantil Toushirou, pasando por la búsqueda en aquel sector industrial y el increíble rescate de parte de su tenebroso hermano mayor. Y, finalmente, su tan anhelado contacto con Mikazuki Munechika, aquel paseo que se dio con él y del cual salió la promesa para futuros contactos.
En conclusión, esa semana había sido la más ajetreada y cambiante para ella en mucho tiempo. Tharja podría nuevamente querer repetir la labor de viajar en el tiempo para decirle a su yo del día anterior en la tarde que no iba a darse un merecido aislamiento de la sociedad como lo había planeado, pero sabía que esa versión de sí misma, además de aniquilarla como la otra, también la desconocería y desheredaría por continuar aparentando funcionalidad y hacer un sobreesfuerzo.
Precisamente, el día anterior, justo cuando andaba recogiendo sus cosas para regresar a casa, recibió una sorpresiva llamada de parte de Mikazuki. La chica, quien había contestado el celular sin mirar el número al haber esperado la confirmación telefónica sobre el uso de un laboratorio, se vio desarmada al reconocer la indiscutible voz del peliazul y por poco le corta al seguir un primitivo reflejo de huir ante vulnerabilidad. Pese a ello, Tharja se contuvo y recibió una sorpresiva invitación al hogar del aquel chico para el sábado. Mikazuki le preguntó si había podido leer el libro que le había prestado, y ante la afirmación de la chica, le pidió que le visitara bajo la excusa de regresárselo, y también para poder compartir un momento en casa. Tharja, quien siguió un poco en shock por ese sorpresivo contacto como para prepararse, asintió ante aquel pedido, lo cual selló su obligación del presente día.
No era necesariamente algo que no quisiera hacer, pero seguía siendo fuera de sus límites. La chica también sabía que tendría a más de un Imanotsurugi que soportar aquel día, ya que la familia de Mikazuki, incluyéndole, era muy excéntrica, pero, en fin. Al menos ya los conocía y sabía qué esperar de su vista.
O eso pensó.
El primer ‘traspiés’ de la invitación fue buscar la ruta para ir a la residencia y darse con la desagradable sorpresa que tendría que tomar una línea de metro y luego dos líneas de buses. Ese lugar quedaba a las afueras de la metrópolis y era una mansión basta que tenía un frondoso bosque como patio trasero. Sin duda, alguien del estatus de Mikazuki contaba con la riqueza para tomar taxis o pedir un chofer que le llevara a la ciudad o de regreso a su hogar a su regalado gusto, y los Toushirou no se quedaban atrás en ese aspecto, pero, como una ‘muggle’ de clase media, Tharja no tenía la misma comodidad. No iba a quejarse del todo, ya que el trayecto podría servirle para despejar sus pensamientos de su larga y atareada semana.
Felizmente estuvo en lo cierto, ya que salir de la ciudad y observar el paisaje por el camino fue agradable y le dio algo de alivio, con lo cual llegó a su destino dispuesta a hacerle frente a aquella inesperada situación.
Sin embargo, al tocar el portón de ese hogar, se topó con una siguiente sorpresa por quién fue el primero que la recibió.
“¡Oh, Tharja, bienvenida! ¡Finalmente llegas!” exclamó Shishiou, sonriendo.
“…” la chica le miró con una mezcla de shock y desagrado.
“¿Por qué pones ese rostro?” preguntó el rubio, ladeando la cabeza.
“¿…qué haces aquí?” ella le preguntó con un tono de ultratumba.
“¿Eh? Pues, Jiji me invitó. ¿Por qué más vendría?” él se encogió de hombros y restó importancia a la actitud huraña de la otra. “Vamos, pasa. Y tranquila que la loca de Seija no está aquí.”
“…” Tharja se quedó congelada un instante hasta que una empleada se acercó apresuradamente.
“Shishiou-sama, no tenía que contestar la puerta, es un invitado de honor,” le pidió amable y apesadumbradamente, para entonces dirigirse a Tharja y dar una pronunciada reverencia. “Usted debe ser Tharja-sama. Es un agrado contar con su compañía. Sígame, por favor.”
“Vamos, Jiji te está esperando,” dijo Shishiou, sonriendo. “Me dijo que andan compartiendo un libro de muertos o algo así. Heh, sonará oscuro, pero me parece interesante. Vamos, vamos~”
“…” ella dio un suspiro y caminó junto con los otros dos.
Durante el camino, Tharja pudo apreciar esa hermosa y tradicional residencia japonesa que contaba con dos pisos y una estructura amplia e impecable. Las tejas grises estaban mantenidas a la perfección y el piso de tatami era inmaculado. Había distintos pergaminos que adornaban las paredes y todos los accesorios a su alrededor eran clásicos de la cultura milenaria de ese país. Por doquier se veía a empleados correr de un lado a otro para continuar con sus quehaceres de limpieza y mantenimiento, y le sorprendió, y también frustró, notar cómo había empleadas listas para incluso abrirles las puertas conforme avanzaban. Mikazuki siempre había sido una persona carismáticamente ostentosa pese a ser de gentil trato, y la multitud de sirvientes iba demasiado bien con su apariencia de respetable heredero. Eventualmente, el camino les llevó a un pasillo exterior con una vista muy pintoresca.
Tharja se impresionó por lo que tenía al frente. Esa enorme mansión contaba con un patio gigantesco que era rodeado del pasillo exterior casi a plenitud, con un único e imponente portón que conectaba hacia la parte de atrás de la residencia. Dentro de ese gran espacio había un suelo cubierto de piedras en su mayoría, y un pequeño lago artificial rodeado por plantas. Ese espacio era basto para que entraran varias personas o incluso para prácticas de kendo, aunque su amplitud seguramente tenía el principal motivo de esparcimiento para quien optara por disfrutar del exterior y del impecable y tradicional lago. Seguramente Mikazuki frecuentaba ese ambiente mucho más que el resto de su cómodo hogar.
Efectivamente, el peliazul estaba a corta distancia, cómodamente sentado en ese pasillo con una taza de té en manos y una bandeja con dangos a su costado. Él tomó un sorbo de su té y rápidamente se dirigió a los recién llegados al oírles acercarse.
“Mikazuki-sama, Tharja-sama acaba de llegar,” reportó muy amablemente la empleada, con una respetuosa reverencia. “Con permiso.”
“Muchas gracias,” agradeció el chico y observó a la otra asentir y retirarse. Acto seguido, dirigió su mirada a su invitada. “Bienvenida a mi hogar. Siéntate. ¿Quisieras un poco de té?”
“Estoy bien, gracias,” negó y le miró con leve reproche.
“¿Sucede algo?” le preguntó con su inmutable sonrisa.
“Tsk…” para variar, no quería ser muy descortés, así que desvió su mirada y se aguantó mayores quejas. “No sabía que no era la única invitada hoy, nada más…”
“¿Por qué dices eso?” preguntó Shishiou. “Y eso que tú me caes bien.”
“Haha, no hay por qué tomárselo a mal,” observó Mikazuki, entretenido. “No llegué a comentarlo, Tharja, tienes razón en sorprenderte, aunque no está de más decir que efectivamente no has sido la única invitada este día. No cuento con mucho tiempo a mi disposición, así que pienso que una reunión general es lo más apropiado y conveniente. Mis disculpas.”
“Es fácil disculparse,” dicho esto, se encogió de hombros y tomó asiento al filo de ese pasillo. Vio a Shishiou hacer lo mismo a su costado. “Oye tú, estás muy cerca.”
“Estoy a la misma distancia que tú con Jiji,” observó el rubio, negando. “En fin. ¿Quieres jugar go? Jiji tiene un set de go de alta calidad y es muy bueno. Ya me derrotó tres veces.”
“…” Tharja vio que al otro lado del peliazul sí había un juego de go de fina apariencia.
“Shishiou quiso compartir unas partidas conmigo, e hicimos la apuesta de que el perdedor debía correr el perímetro del edificio principal de mi hogar como castigo,” resumió Mikazuki, tranquilamente. “No hay necesidad de decirlo, pero los castigos se cumplieron.”
“Hehe, en verdad,” el rubio sonrió con torpeza mientras llevaba una mano a su nuca. “Iba corriendo la tercera vuelta cuando tocaste el timbre. Heh, coincidí que estaba cerca de la puerta para dejarte entrar. ¿Quién lo diría?”
“Supongo eso explica por qué llegaste antes que las empleadas…” rodó los ojos. Había sido una mínima e insignificante duda que realmente no había esperado que le contestaran, pero, en fin… “Y no gracias, no juego el go. No tengo experiencia con ese juego.”
“Ojalá algún día concedas ese deseo mío, pero no te sientas comprometida,” dijo el peliazul. Entonces, él se levantó, lo cual fue correspondido por el par. “Viendo que ambos no están interesados en tomar té o jugar go, sería bueno dar un corto periplo por mi hogar, a manera de conocer a los otros miembros de mi familia.”
“Ya los conozco un poco, pero bueno…” Tharja se encogió de hombros.
“Heh, ya me topé con Imanotsurugi, aunque claro,” Shishiou sonrió con energías. “¡Seguramente son tan geniales como tú, Jiji!”
“Eres muy amable, Shishiou,” Mikazuki sonrió y se puso a caminar, sabiendo que el par le seguiría sin mayores preámbulos.
De aquel modo, los tres regresaron al interior de la residencia. Tharja se frustró un poco al notar al desenvuelto de Shishiou de inmediato caminar a la par del dueño de casa e iniciar conversaciones triviales sobre su hogar o cualquier cosa que le viniera a la mente. A la chica no le quedó de otra que seguirles de cerca. Ser la sombra de alguien más ya era demasiado normal en su experiencia de vida.
Subieron por unas escaleras cercanas a la entrada principal y llegaron al segundo piso. El ambiente era más amplio e iluminado en ese nivel, y el pasillo principal era extenso al haber menos subdivisiones. Fue entonces que ellos divisaron a una persona caminar apresuradamente mientras llevaba una bandeja con una bebida y aperitivos.
Era un hombre de cabellos verdes y de apariencia refinada y severa, con un rostro perpetuamente arrugado por su característica inflexibilidad, aunque se le notaba un poco inquieto y dedicado a llegar a su destino lo antes posible.
“¿Eh? Él no tiene pinta de uno de tus empleados, Jiji,” Shishiou se vio intrigado.
“Hahaha, es porque no lo es, pese a su necedad de no pedir ayuda con sus necesidades,” Mikazuki se rió por aquel comentario de su visitante. “Hizamaru, ven un momento, por favor.”
El dirigido, quien había esperado ingresar a una de las puertas del pasillo, se detuvo y acudió donde los tres.
“Veo que son invitados de hoy,” observó ese joven con una voz profunda, y asintió pronunciadamente a manera de saludo. “Es un gusto conocerles. Soy Hizamaru Genji.”
“Igualmente. Llámame Shishiou,” le saludó el rubio, sonriente. “Por cierto, ¡qué hermosa casona tradicional tienen! Vivir aquí es seguramente extremadamente pacífico.”
“Lo es, y me siento agradecido por ello,” contestó con solemnidad, para entonces mirar a Mikazuki con leve cansancio. “Sin embargo, es un lugar poco productivo por la cantidad de sirvientes a nuestra disposición. ¿Realmente es necesario que derrochemos nuestro capital?”
“Eres el único que gusta hacerme observaciones de ese tipo, Hizamaru,” comentó Mikazuki, tranquilamente. “Hmm, podría decir que soy high-maintenance, así que sí es una necesidad.”
“Que lo admitas de este modo es preocupante, por decir poco,” frunció el ceño.
“Hahaha, aparte que tu hermano también gusta mucho de toda la atención que recibe, y tú no te quedas atrás al momento de encargarte de él,” Mikazuki miró la bandeja que traía. “Llevándole una merienda, como puedo observar.”
“Tch…” desvió su mirada, afligido y contrariado. “…anija se enfoca tanto en sus lecturas que a veces se olvida de comer…”
“Eso es algo que comparto con él,” el peliazul asintió.
“Aun así, el motivo por el cual yo cuido de él es para motivarle y aconsejarle para que se mejore a sí mismo, mientras que los sirvientes no hacen más que engreírle,” declaró de manera defensiva. “Es diferente.”
“Sí, como digas…” movió una mano, restándole importancia.
“No minimices el problema aquí, por favor, Mikazuki,” le reprochó entre molesto y un poco angustiado, para bajar su mirada. “A veces temo que anija esté yendo por un mal camino…”
“Ten más fe en él. Los cuidados de nuestros sirvientes no afectan su rendimiento en los estudios, como bien debes saberlo.”
“Notas no son lo único importante…”
“Sólo daba un ejemplo,” comentó con completa tranquilidad. Ese intercambio continuó por un poco más, con Mikazuki apaciguando a un angustiado Hizamaru sobre sus mayores temores.
“Ehm…” Shishiou alzó una ceja y se acercó a Tharja para susurrarle. “Me dio la impresión que era una persona seria, aunque creo que es un poco raro, ¿no te parece?”
“¿Eh?” la chica le miró de reojo, con reproche. “No sabes lo que dices, iluso.”
“¿Qué quieres decir?”
“Hizamaru es el más normal de su familia,” negó. “Más bien, sus berrinches son su cordura lamentando la familia que tiene. Tan sólo espera a que conozcas a su hermano para que entiendas de qué hablo.”
“Okay…” se vio confundido. “Hmm, Jiji no es tan raro… aunque sí ha tomado el rol de un anciano, ahora que me pongo a pensar.”
“Hahaha, es porque lo soy,” observó Mikazuki al escuchar lo último. Él regresó su atención al peliverde. “Podemos aprovechar esta merienda que le llevas a tu hermano para ir a conocerle. ¿Te parece bien?”
“Tienes razón, sería apropiado,” Hizamaru asintió. “Síganme por favor.”
De ese modo, los cuatro caminaron hacia una puerta corrediza que estaba a poca distancia. Al ingresar, los visitantes se sorprendieron de observar una habitación muy grande que tenía varios libreros, algunas mesas amplias, unos sillones y estanterías ocupadas por adornos variados y un par de escritorios. El primero que estaba frente a la entrada se encontraba vacío, pero luego de caminar y pasar unos estantes altos, observaron el segundo escritorio en la esquina opuesta a la entrada. Ahí había una persona cómodamente sentada en lo que leía un libro con una expresión curiosa e infantil.
“Anija…” Hizamaru apoyó la bandeja que había traído encima de la mesa de su hermano e hizo una leve reverencia de respeto. “Te traje el aperitivo que te ofrecí. También, quiero que conozcas a los invitados de Mikazuki.”
“¿Hm?” el otro, un joven de cabellos rubios y ojos intensos de color almendra como los de su menor, sonrió un poco y se tomó un poco de tiempo en terminar alguna parte de su lectura para finalmente soltar el libro y ponerse de pie. “Es interesante cómo así les has dado la bienvenida en nuestro estudio, como si tuvieran algún deber conmigo, hermanito.”
“Ehh, n-no es mi intención incomodarte. Simplemente pienso que es cortés…” contestó el menor rápidamente. Se puso rígido y desvió su mirada como si estuviera en falta.
“Hai, hai, sólo te tomaba el pelo…” su mayor sonrió distraídamente y movió una mano para restarle importancia. “Sólo tú pensarías esas cosas con tanta seriedad. En fin, es mi turno presentarme, ¿no es así?” llevó una mano a su pecho y su melodiosa voz se contagió de una leve calidez y carisma. “Mi nombre es Higekiri Genji y soy un honorado huésped dentro de esta gran y próspera residencia. Sean bienvenidos.”
“Gracias, yo soy Shishiou…” dijo el otro rubio, quien ladeó su cabeza. “Pero… ¿cómo así eres un huésped? ¿No eres parte de la familia?”
“Mi hermanito y yo somos parientes lejanos de los otros que habitan estos aposentos, casi al punto de ser parientes solamente en nombre,” explicó con suavidad. “Sin embargo, mi lindo hermanito se ha vuelto un miembro activo, partícipe y abiertamente bienvenido en este hogar luego de tanto tiempo posterior a nuestra acogida, mientras que yo me limito a habitar en mis espacios personales, y en ocasiones a compartir un poco de té con Jiji. Debido a ello, pienso que la denominación de huésped me define excelentemente.”
“P-pero eso no es verdad, anija…” dijo Hizamaru, un poco preocupado.
“Hahaha, tú tranquilo,” observó Mikazuki, quien rió con torpeza. “Higekiri es también parte de nuestra familia y siempre será considerado como uno de nosotros. Además, es evidente para mí que tu hermano siente esa pertenencia y corresponde nuestra apreciación. Como deberías ser capaz de ver, el aislamiento que Higekiri menciona es un tema más humorístico para él mismo que otra cosa.”
“¿Oh? ¿Será que te estoy preocupando con mis ocurrencias?” preguntó Higekiri a Hizamaru, con leve intriga. El mayor sonrió cálidamente y se tomó la libertad de revolverle los cabellos al otro, quien de inmediato retrocedió.
“¿Q-qué haces, anija?” preguntó, exasperado y avergonzado.
“Hmhm, sigues siendo un niño para impresionarte así…” entonces, volvió a mirar a los visitantes. “Como dije, son bienvenidos, y como un hermano mayor les pido que por favor cuiden de mi hermanito en lo posible, y que sean pacientes con él.”
“Creo que todos los que te conocen más bien temen que tú no seas capaz de cuidarte a ti mismo,” observó Tharja, rodando los ojos. “Tu ‘hermanito’ te gana en edad mental, sin lugar a dudas.”
“Por favor, no seas tan mala con mi hermano,” le pidió Hizamaru, con leve pesar al no poder contradecir lo que decía.
“Hmm, mi hermanito sí ha demostrado ser más funcional que yo,” dijo Higekiri, meditativo y alzando su mirada con un semblante perdido e inocente, para entonces sonreír con humildad. “Pero no hay nada que pueda hacerse al respecto. Cada quien tiene sus cualidades, y soy dichoso de saber que mi hermanito es alguien con gran promesa.”
“Significa mucho para mí oír tu elogio, anija, sin embargo…” desvió su mirada, preocupado.
“Lo sé, entiendo lo que piensas, puedo leerte bien, y te aseguro que no debes preocuparte por mí,” observó el mayor, quien regresó su atención a los visitantes. “Ahora mismo no deberíamos restarles la atención a quienes nos visitan. Esperaré con ansias compartir una comida con ustedes,” en eso, fue donde Shishiou y sorprendentemente se tomó la libertad de acariciarle la cabeza. “Heh, pareces un lindo leoncito por tu estilo de peinado. Te ves como una buena persona, me alegro.”
“¡O-oye, suéltame!” Shishiou se impacientó y sacudió su cabeza para que le soltara. Acto seguido, le apuntó acusatoriamente. “¡No me subestimes por ser más alto que yo! ¡Te pareceré un ‘niño buenito’ o algo, pero tengo veintiséis años!”
“¿Hm? ¿En serio?” Higekiri mostró una corta sorpresa y sonrió intrigado. “Hmm, eso quiere decir que tienes la misma edad que Jiji y yo, no lo hubiera imaginado precisamente por lo bajo de estatura que eres, leoncito.”
“¡Te digo que no me subestimes!” reclamó, colérico.
“Siento mucho que tengas que aguantar esto…” se disculpó Hizamaru, con gran pesar. “Sin embargo, juro que anija no lo dice con ninguna maldad…”
“Es verdad. Higekiri es honesto y encuentra mucha diversión y humildad en su honestidad,” observó Mikazuki, quien se notaba entretenido por la presente conversación.
“N-noto que es sincero, pero…”
“Siento que todos ustedes le excusan demasiado,” opinó Tharja, impaciente.
“Hm, ya es tu turno de presentarte, aunque es verdad que sí te conocemos un poco, por más que hayas siempre estado fuera de foco en nuestros encuentros,” observó Higekiri a la chica. Él sonrió amablemente. “De todos modos, es un agrado tenerte aquí, stalker-chan~”
“…” la chica le miró con gran intensidad e ira, pero ese distraído rubio parecía completamente inmune a la agresividad de otros.
“¿S-stalker?” Shishiou alzó una ceja.
“Anija, ese es un apodo cruel,” observó Hizamaru. “Ehh, Shishiou, es una larga historia, no tienes que saber los detalles…”
“Es que me refiero a stalker-chan de este modo porque tanto yo como todos aquí estamos conscientes de lo mucho que stalkea a Jiji, al punto de parecer tener una obsesión con él,” explicó Higekiri, con simpleza y una infantil alegría. “Verás, yo no soy bueno con los nombres, y la manera más fácil para mí de recordar a los demás es mediante asociaciones. Por ello mismo, siempre identificaré a stalker-chan ya que es un apodo muy peculiar, ¿no lo crees?”
“Ehh…” Shishiou se inquietó y pudo sentir en el propio aire la ira de Tharja crecer. “P-pero tampoco tienes por qué dirigirte a ella con un apodo así… su nombre es Tharja…”
“Lamentablemente, pierdes tu tiempo, Shishiou,” observó Mikazuki, encogiéndose de hombros.
“¿Eh?”
“Anija es incapaz de recordar los nombres propios referentes a personas a su alrededor,” explicó Hizamaru, afligido. “Puede venirse con un sinfín de apodos para cada quien, pero tiene un bloqueo mental con los nombres.”
“¡Imposible!” exclamó Shishiou, en gran shock. “¡¿Existe eso?!”
“Pienso ser un ejemplo vivo de que sí existe, leoncito,” dijo Higekiri sonriente. “Mi nombre es el único que puedo recordar consistentemente. Hmm, y también de personas famosas de la historia… pero hasta ahí llego…”
“B-bromeas, ¿cierto?” sintió un tic en el párpado.
“Te advertí, es raro,” Tharja negó en lo que hacía un esfuerzo para despejar su molestia. “Ni siquiera recuerda el de su hermano.”
“¡¿En serio?!”
“…” Hizamaru desvió su mirada, con leve desdicha.
“Hahaha, mejor no toquemos ese tema,” Mikazuki rió brevemente. “Higekiri, ha sido un agrado encontrarnos contigo en tu estudio, pero debo seguir guiando a este encantador par por nuestros aposentos. Te dejamos leer.”
“Claro, diviértanse,” él asintió. “Avísenme cuando los invitados lleguen para salir.”
“¿Qué quieres decir?” Tharja entrecerró sus ojos, con desconfianza.
“Oh, pero ustedes son los invitados, ¿no es verdad? Haha, estoy muy distraído,” sonrió con leve frustración. “Ignórenme, y llámenme cuando les apetezca continuar dialogando conmigo. Adelante, retírense cuando gusten.”
“Nos vemos, yo también debo continuar con mi lectura,” dijo Hizamaru, asintiendo, para entonces volver a desviar su mirada. “Y, eh, disculpen las incomodidades.”
“No te preocupes, ha sido un gusto,” Shishiou sonrió con leve pena. Podía ver que, detrás de su actitud ceremoniosa y seria, Hizamaru era una buena y servicial persona, aunque vivía preocupado por su hermano y al parecer víctima de sus ocasionales bromas. Definitivamente parecía ser el más cuerdo ahí, después de ese encuentro.
De aquel modo, los tres se retiraron del estudio y siguieron caminando.
“No estamos muy lejos de la habitación de Imanotsurugi,” observó Mikazuki, quien lideraba el grupo. “Debe estar ahí.”
“Suena poco característico que ande encerrado,” observó Tharja.
“Sin duda una persona de buen corazón como tú diría algo así…”
“…” la chica hundió sus ojos en sombras. “No me molestes.”
“Hahaha,” el peliazul rió un poco. “Efectivamente, Imanotsurugi usualmente sale hacia el dojo detrás del edificio principal o va a jugar en el inmenso bosque, pero por la cercanía a los exámenes se ha visto obligado a estudiar estos últimos días. Aunque, conociéndole, debe andar aburrido y propenso a abandonar su misión, así que estará contento de vernos.”
“Sí, puedo simpatizar con él,” Shishiou asintió y dio un suspiro. “No soy el mejor estudiante.”
“Se nota a leguas,” dijo la chica, inmutada.
“Oye, no tienes que ser tan mala…” le reclamó.
Entonces, cuando estaban cerca de una intersección de pasillos, los tres vieron al pequeño Imanotsurugi pasar por el pasillo perpendicular mientras brincaba de un pie.
“¡Libertad~!” exclamó él. “¡Logré mi meta! ¡Huiré antes de estudiar matemáticas~!”
“¡Imanotsurugi! ¡Espera!” le llamó Shishiou, quien corrió para entrar a ese pasillo y seguirle, pero el rubio se chocó con alguien quien había estado persiguiendo al pequeño, y se cayó estrepitosamente al piso. “Ihh…”
“Oye, cuidado,” oyó una voz por encima, quien le extendió una mano para ayudarle a levantarse.
“Perdón, no me fijé,” Shishiou alzó su mirada y se asustó al observar a la persona frente a él.
Era un chico altísimo que sobrepasaba los dos metros de altura, y que tenía un cuerpo muy ancho y fornido al punto de parecer un fisicoculturista pese a estar vestido de un atuendo tradicional. Shishiou pudo entender por qué esa persona no se había caído pese al fuerte choque (más bien Shishiou sentía que le había arrollado un camión). A su vez, el rubio estaba impresionado porque ese chico tenía una apariencia intimidante más allá de tener un cuerpo tan grande.
Tenía cabellos naranjas y rebeldes, ojos intensos y desafiantes, incluso dientes afilados. Esa persona, pese a estarle extendiendo una mano con una inesperada gentileza, inspiraba algo de aprehensión en sí mismo.
“…” por su parte, Tharja frunció el ceño, con desagrado. Sabía que iba a ser inevitable encontrarse con él eventualmente… aquel infame exRebel…
“¡Hahaha! ¡¿Qué haces mirándome como zombie?!” preguntó el pelinaranja con una voz estruendosa, y se tomó la libertad de agarrar a Shishiou de una muñeca y hacerle ponerse de pie con una sola jalada. “¡Levántate!”
“P-perdón, me sorprendiste,” dijo Shishiou, sonriendo con torpeza. Desde que había abierto su boca, ese ser intimidante se había mostrado muy campechano y ameno, así que su aprehensión había disminuido al mínimo.
“¿Invitado de Mikazuki?” le preguntó, y le extendió una mano para estrujarla. “Yo soy Iwatooshi. Un gusto.”
“Igualmente, mi nombre es Shishiou,” asintió y estrujó su mano, luego de haberse impresionado un poco que el otro usara unos guantes con uñas de metal. Pese a ello y a la evidente fuerza del chico, no tuvo su mano aplastada como había temido. “¿También pariente de Mikazuki?”
“No nos pareceremos mucho, pero sí tenemos la misma sangre,” observó el peliazul, tranquilamente. “Estoy seguro que se llevarán bien. Iwatooshi es un hábil luchador, pero también es una persona amable y con muchas energías, al igual que tú.”
“Sí siento que somos parecidos,” Iwatooshi asintió y miró a Shishiou. “Aunque eres muy enanito para tu edad, ¿no es así?”
“¡No te burles de mi altura!” le reclamó.
“¡Hahahaha, perdón, no era mi intención!” exclamó con su estruendosa voz. “¡Supongo la gran mayoría sí son enanos para mí!”
“Tienes mucha suerte de ser tan alto…”
“Hay sus ventajas y desventajas,” se encogió de hombros. “Mis ropas, zapatos y artículos personales tienen que ser hechos a pedido, por ejemplo. Y menos mal vivo en una casa amplia y a mi medida, pero afuera debo ser cuidadoso de no chocar mi cabeza. ¿Qué se puede hacer?” entonces, él miró hacia la chica, quien se tensó mínimamente, pero el pelinaranja le trató con la misma cordialidad. “Hace tanto tiempo que no nos vemos, Tharja. ¿Qué es de tu vida?”
“Nada en particular…” dijo, desviando su mirada.
Entonces, todos vieron a Imanotsurugi correr hacia ellos.
“¡Ohh! ¡Nee-san de los Toushirou! ¡Ya llegaste!” exclamó el pequeño, con alegría. “Hehe, me alegro mucho de verte.”
“Te vimos huir, pensé que no podríamos alcanzarte,” observó Shishiou.
“Bueno, sí pensé en huir porque asumí que Iwatooshi me seguiría~” canturreó el pequeño. “Pero un juego de atrapadas no es divertido si nadie trata de atraparme, ¿cierto?”
“Dijimos que estudiarías hasta que los invitados llegaran, así que ya no pienso forzarte,” observó el pelinaranja. Pese a su apariencia y estruendosa voz, él se mostraba bastante cordial y parecía ser muy paciente y un tanto gentil con el pequeño. “De todos modos, ¿quién soy yo para enseñarte matemáticas? Debe ser evidente, pero no soy un buen estudiante.”
“Se nota a leguas,” decretó Tharja, impaciente.
“O-oye, no seas tan contundente al respecto…” le pidió Shishiou, incómodo.
“Tú tampoco eres un buen estudiante,” agregó. “Ya lo admitiste.”
“S-sí, pero…” sintió un tic en la ceja.
“¡Hahaha, no te inquietes, Shishiou!” Iwatooshi se puso a reír. “En nuestro círculo, la frialdad y las palabras contundentes de Tharja son legendarias. No me sorprende en lo absoluto.”
“Tu brutalidad es más legendaria…” recalcó la chica, con una voz venenosa.
“¿Oh? ¿No habías terminado?” preguntó el pelinaranja, con un inocente entretenimiento. “Bueno, tal vez estés en lo cierto.”
“¿Tal vez?”
“¡Ya! ¡Por favor! ¡No se peleen!” alarmado, Imanotsurugi se paró entre los dos y levantó sus palmas a ambos, mientras intercambiaba su mirada entre los dos. “¡Hay que compartir un lindo momento en compañía! ¡Y hay que ser amigos!”
“Haha, tranquilo, Imanotsurugi,” Mikazuki rió un poco. “Aquí nadie está peleando, y pienso que el diálogo es muy importante. Ahora regresemos todos al primer piso, ya casi es hora.”
“¿Hora de qué?” preguntó Tharja, alzando una ceja.
“Hmhm…” el peliazul rió por lo bajo y le miró de reojo, con una tranquila sonrisa. “De que nuestros últimos invitados lleguen, por supuesto.”
“¿Eh?” eso la descuadró. “¿Has invitado a más personas?”
“¿No lo sabías?” preguntó Shishiou, confundido. Entonces, todos pudieron oír el claro sonido de unas llantas rechinando con gran brusquedad como si saliera de alguna película taquillera de Hollywood. “Uhh, ¿qué fue eso?”
“…” en cambio, para Tharja y los demás, fue obvio precisamente quién había sido responsable de aquel característico sonido. La chica maldijo en su más profundo interior por tener que verles tan intempestivamente…
“¡Llegaron!” por su parte, Imanotsurugi alzó sus puños hacia arriba con alegría, y fue corriendo hacia las escaleras.
“En marcha, no deberíamos hacerles esperar,” Mikazuki se vio entretenido. “Debieron haber tenido un camino muy accidentado por su elección de chofer.”
“Haha, sin lugar a dudas,” Iwatooshi rió y el par siguió a Imanotsurugi.
“…” Tharja estrujó el libro que había traído consigo como su único confort restante y se quedó quieta.
“Oye, no te quedes ahí. Vamos,” dijo Shishiou. “¿Por qué actúas así? Pensé que ellos eran como parte de tu familia…”
“No todos tenemos una familia tan funcional como la tuya,” dijo con molestia.
“Hahaha, soy de familia de mafiosos y escapé por varios años en mi juventud. ¿Qué te hace pensar que soy funcional?” preguntó sonriente y riéndose un poco. “He resuelto a acompañarte hasta que camines, así que cuanto estés lista.”
“…” resopló, rodó los ojos y optó por seguir a los demás. “No soy tan dramática.”
“¡Hola a todos!” exclamó un radiante y muy feliz Namazuo en lo que salía saltando del asiento del conductor de su infame auto deportivo. Él muy gustosamente extendió la llave a un mayordomo que esperaba a que los pasajeros salieran para llevar el auto al estacionamiento al costado de la residencia.
“¡Namazuo!” exclamó Imanotsurugi, quien saltó al pelinegro y le dio un fuerte abrazo. “¡Qué alegría verte!”
“¡Lo mismo digo!” este le devolvió el abrazo y luego le agarró de las muñecas para girarle con rapidez y elevarle del piso.
“¡Nos vamos a divertir mucho hoy!”
“¡Sin lugar a dudas!”
“Yagen…” por su parte, Honebami había corrido su asiento del copiloto para poder dejar a su hermano menor bajar del asiento de atrás. “El camino fue muy movido, ¿estás bien?”
“…” negó frustrado y salió. “Más incómodo fue tener a Shinano muerto de miedo y abrazándome con fuerza camino al centro comercial. Estoy bien.”
“Yo conduzco de regreso.”
“Lo sé, eso es lo que me evita llamar a un taxi,” asintió, frustrado.
“Ay, no exageres, hermanito,” observó Namazuo, haciendo un puchero. “¡Deberías aprovechar tu juventud y vivir con adrenalina!”
“Eso sólo se aplica al conductor,” declaró Yagen, entrecerrando los ojos. “Si quieres matarte, al menos no involucres a tus hermanos. Y, sinceramente, es el carro menos family-friendly que pudiste haberte comprado. Los asientos de atrás son incómodos.”
“Lo sé, hasta Ichi-nii me hizo la observación…” dio un suspiro y entonces hizo un berrinche al agitar sus brazos. “¡Pero la potencia de mi Porsche es increíble y amo poder correr en cualquier momento dado! ¡Es inexplicable!”
“¡Está bien! ¡A mí me gusta cómo conduces!” exclamó Imanotsurugi, contento. “¡Me haces sentirme como un Tengu que es capaz de volar y moverse muy velozmente!”
“¡Ese es el espíritu!” Namazuo chocó sus dos palmas con el pequeño. “¡Uno de estos días iré a recoger a Hirano y los tres iremos a darnos unas carreras inigualables!”
“¡Me encantaría!”
“Tsk, vas a traumar a nuestro hermano…” Yagen negó con leve molestia. Entonces, él vio a Mikazuki e Iwatooshi acercarse.
“Ya comenzaba a preguntarme qué había sido de ustedes,” observó el peliazul.
“Lamentamos la tardanza,” dijo Honebami, quien extendió unas cajas de madera que contenían dulces tradicionales. “Para ustedes…”
“Está bien, siguen estando temprano. Y muchas gracias por ese obsequio,” Mikazuki lo recibió y lo extendió a una empleada que le había acompañado. “Los degustaremos a la hora del té. Ténganlos servidos para entonces.”
“Por supuesto, Mikazuki-sama,” dijo la empleada, quien hizo una reverencia y se retiró.
“¡Jiji! ¡No me he olvidado de ti!” Namazuo corrió donde él y le dio un abrazo impulsado que por poco y los manda al piso.
“O-oye, haha, ten cuidado,” le pidió, riéndose con torpeza. Él se soltó con rapidez al retroceder un poco. “Me sorprende que hayas conducido.”
“Heh, soy un gran conductor, y sin mi proeza y velocidad habríamos llegado más tarde,” declaró el pelinegro, con gran orgullo.
“Namazuo lloriqueó por veinte minutos hasta que accedimos,” resumió Honebami, con una mínima frustración.
“Uhh, no me hagas sonar así,” su mellizo hizo un puchero.
“¡Hahaha, pero eso tiene mucho más sentido!” Iwatooshi rió con gusto. “¡Sea como sea, es un gusto tenerles por aquí! ¡Pasen!”
“¡Gracias~!” Namazuo hizo un saludo militar.
“También…” finalmente, Mikazuki posó su mirada en el joven doctor, quien había pasado mayormente desapercibido. Él sonrió con intriga. “Veo que aceptaste mi invitación después de todo, por más que tus planes hayan sido otros.”
“Sí, Ichi-nii y Namazuo me exigieron que viniera,” Yagen se encogió de hombros. “Oh, no es que venir aquí sea incómodo para mí, pero tengo muchos quehaceres que atender en mi laboratorio recientemente.”
“Incluso estás vestido con tu bata blanca, como puedo ver,” observó. “Aunque agradezco que hayas respondido a mi llamado.”
“No es usual que seas tan preciso con tus invitaciones, razón por la cual no tuve de otra que responder, Mikazuki,” observó el doctor. “¿Y bien? ¿Cuál es el motivo de mi venida?”
“Sólo pasar un tiempo en compañía,” dijo tranquilamente. “Solías ser una visita común hace varios años, y me he estado sintiendo muy melancólico, como el anciano que soy.”
“Heh…” Yagen sonrió con ironía. “Oírte referirte a ti mismo como un anciano es nostálgico, aunque poco a poco me siento tan viejo como tú. Creo que lo comprendo.”
“Hablar de nuestros achaques suena a una entretenida conversación.”
“Ahh, trata de no imitar a Mikazuki, por favor,” Iwatooshi se vio un poco frustrado. “Un Jiji es suficiente para todos.”
“En serio, y no quiero pensar qué significa para mí que uno de mis lindos hermanitos se sienta como un anciano,” observó Namazuo.
“¡Yagen! ¡Tienes que vivir la juventud como nosotros!” le pidió Imanotsurugi.
“Descuiden, no me tomen con seriedad,” dijo el doctor, entretenido.
Y, finalmente, los otros dos invitados les dieron el alcance. Mientras Shishiou se apuró para ir a saludarles, Tharja se quedó mirándoles a cierta distancia. Sólo eran tres, pero había uno que no había esperado ver en lo absoluto…
“¡Hola, hermanos!” saludó el rubio, alegremente, y entonces se fijó en Yagen. “Hmm, pero creo que no te he visto antes… ¡Bueno, yo soy Shishiou, soy uno de los ayudantes de Shinano!”
“Yagen Toushirou, mucho gusto,” contestó el doctor, con una sonrisa profesional.
“Ihhh, no andes todo científico entre nosotros, hermanito,” Namazuo sintió escalofríos. “Vamos, Shishiou es un chico muy lindo y adorable como Shinano, te lo aseguro.”
“Oye, no me andes dando esos adjetivos,” reclamó Shishiou. “Soy un año mayor que Ichigo, para empezar.”
“…” Honebami alzó una ceja. “No lo pareces.”
“Uhh, sé que no lo parezco, pero no me subestimen…”
“¿Entonces eres una década mayor que mi lindo Shinano?” preguntó Namazuo, en leve shock. “Hmm, ahora me siento tenso de que mi pelirrojo ande con un chico mucho mayor que él…”
“¡T-tampoco es para que me pinten como sospechoso!” reclamó, molesto.
“Soy un buen juez de carácter. Les aseguro que Shishiou es un muchacho muy decente,” observó Mikazuki, quien justo llegó a notar al doctor sorprenderse un poco por observar a cierta persona que mantenía su distancia.
Rápidamente, los ojos de todos se giraron hacia Tharja, quien se sobresaltó y se vio un poco inquieta por ser tan repentinamente el centro de atención.
“¡Oh! ¡Nee-san! ¡Hola!” saludó Namazuo, agitando una mano.
“Tsk, tú no puedes llamarme así. Apenas soy mayor que tú,” la chica entrecerró sus ojos.
“Buenos días…” dijo Honebami, asintiendo mínimamente.
“Ciertamente, no sé qué es más sorprendente…” Yagen sonrió con intriga. “Que yo haya venido, o que tú lo hayas hecho…”
“…” la chica le miró y vio el rostro de ese chico suavizarse un poco.
“Ha sido mucho tiempo, Tharja…”
“…” ella se limitó a abrazar más su libro y a desviar su mirada con desinterés. “De haber sabido que fueron invitados, no habría venido.”
“Uhh, no seas tan huraña. Yo sí me alegro de verte,” dijo Namazuo, quien sonrió ampliamente. “Hay que aprovechar esta rara oportunidad que todos estamos juntos para divertirnos.”
“¡Por supuesto!” exclamó Imanotsurugi.
“Entremos, no tenemos por qué seguir fuera de la entrada,” observó Iwatooshi.
“Cierto, y hay que avisar a Higekiri y Hizamaru que todas las visitas han llegado,” dijo el peliazul. “Nos vendría bien compartir una comida, ¿cierto? Hemos preparado algo saludable para todos los presentes.”
“…” Honebami asintió. “Es muy amable.”
“No, es lo mínimo por tenerles aquí,” Mikazuki se vio a gusto.
Iban a tener un día en compañía bastante fuera de la rutina, pero muy agradable en su mayoría, y bastante reflexivo en ocasiones.
…